Recientemente he tenido la suerte de poder visitar a la gran Lee Krasner.

Hacía mucho tiempo que esperaba este momento. De hecho, estaba emocionada y expectante, como una niña pequeña. No creo que pueda describir la experiencia de ver in situ la obra de esta gran mujer, pero lo intentaré.

Tengo que reconocer que en mis años de universidad me fascinó el expresionismo abstracto, y a día de hoy esa fascinación sigue latente en mí.

Es por ello, que cuando me enteré que el Museo Guggenheim (Bilbao) iba a ofrecer una exposición de la artista, supe ipso facto que no podía perdérmela.

Y así ha sido. ¿Cómo perderme a una artista del calibre de Lee Krasner? ¡Imposible!

Se me eriza el vello sólo de recordar el sentimiento que me inundó al entrar en la sala de exposiciones, me sentí abrumada ante tal belleza, y a la vez fui muy feliz, tan feliz como cuando alguien te ofrece lo mejor de si misma sin esperar nada a cambio, como cuando alguien consigue llegarte al corazón y se queda a vivir en él para siempre, como cuando alguien te enseña una gran lección que no debes olvidar y que te cambia y te hace ser mejor persona…sí, fui feliz.

Estuve rodeada de color y movimiento, de trazos controlados y seguros, fuerza, orden y abstracción, con las ideas claras, dominando y sabiendo lo que hacía en cada ejecución, experimentación, construcción a través de la deconstrucción, mostrando una gran maestría, así es el arte de Lee Krasner, así fue para mí.

Visualicé la proyección que recogía varias de sus entrevistas admirada, podía haberla visto una y otra vez, y allí, sentada ante ella me enamoré de su fuerza, de su “genio y figura”, y deseé para mis adentros que las cosas cambiaran. Ojalá.

Deseo que llegue el día en que las mujeres podamos tener nuestro lugar en el mundo sin tener que lucharlo. Tener ese lugar que nos pertenece por derecho propio. Porque sí. 

Tener las mismas oportunidades y vivir en igualdad de condiciones.

Que se nos valore del mismo modo y que no tengamos que aguantar que un profesor te diga, como la propia Lee Krasner relata en la filmación:

 “Esto es tan bueno que nunca dirías que lo hizo una mujer”.

Ella vivió el machismo a lo largo de toda su vida, el mundo del arte no fue justo con ella, siendo exponente máxima del expresionismo abstracto, su obra no fue reconocida por igual, y la colocó a la sombra de su marido, otro gran artista, mucho más reconocido y valorado y no por ello mejor. 

Las cosas van cambiando, pero lo hacen muy lentamente. Queda mucho por avanzar.

No es fácil ser mujer, artista, en un mundo creado por y para los hombres. 

Espero que ese día llegue, y yo pueda verlo.


Gracias Lee Krasner. Eskerrik asko! 

Ha sido un maravilloso placer máximo.




Exposiciones que pude disfrutar en  Museo Guggenheim Bilbao : 

Lee Krasner. Color Vivo. 18 de septiembre 2020 / 10 de enero 2021.

Lygia Clark. La pintura como campo experimental 1948-1958.

6 de marzo 2020 / 25 de octubre 2020.

Olafur Eliasson. En la vida real. 14 de febrero 2020 / 4 de abril 2021.

William Kentridge. 7 Fragmentos. 12 de marzo 2020 / 7 de febrero 2021.


Texto y fotografía: Jesika Martínez-Alcocer (Animal Culture)

Todos los derechos reservados.



El viento agita las hojas y las ramas de los árboles hasta llegar a mi piel, golpeando mi cara.

Un ligero escalofrío me recorre el cuerpo, es una sensación agradable que me recuerda que a pesar de todo sigo viva, sigo en pie.

Las nubes avanzan despacio, creando formas y dibujos en el cielo. Parecen tan esponjosas, tan ligeras, tan etéreas.

Una nube enorme ha ocultado el sol que hasta hace sólo un momento me calentaba.

En el horizonte montañas. A sus pies, allí, a lo lejos, rodeada y casi oculta entre la maleza la civilización se deja entrever.




Pequeños cubículos de cemento agolpados, vehículos en movimiento… no me interesa ese caótico y anodino mundo.

Me siento mejor aquí, en la montaña, descalza, sintiendo la tierra bajo mis pies, abrazada por el viento, rodeada de los elementos.

El sol vuelve a calentar, ahora con menos intensidad, aún así se agradece, compensa el viento frío que cada vez golpea con mas fuerza.

Atardece.


Oigo los pájaros cantar, mientras el viento sigue moviendo las ramas, su sonido me envuelve, y me recoge en su interior. Aquí rodeada de árboles, estoy en paz, observo la belleza que me rodea y me siento afortunada.

Lo tengo todo. No puedo pedir más.


El sol ya se pone a lo lejos, el violeta se impone en el cielo, los últimos rayos se ocultan tras la montaña, y sola, observo expectante.

Pronto llegará la noche, y tras ella, un nuevo día.

Cima de Urko (795 m)


El monte Urko tiene aproximadamente unos 795 m de altitud, y está situado entre las provincias de Bizkaia y Gipuzkoa. Entre los dos pueblos de Eibar y Ermua.








Texto y fotografía: Jesika Martínez-Alcocer (Animal Culture)
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