La ballena

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Serigrafía artesanal sobre textil.

Durante mucho tiempo la tierra fue un lugar maravilloso en el cual vivir.
La tierra y los mares rebosaban vitalidad, y todos los animales vivían sanos y felices.
Pero entonces llegó un virus que hizo enfermar a los animales humanos, el virus era fuerte, y afectaba a gran cantidad de la población animal humana.
La enfermedad que provocaba el virus consistía en no quererse.
A algunos les afectaba más que a otros dependiendo de su situación personal, y no podían controlar lo que la enfermedad les hacía. Lo peor del virus era que afectaba a la conciencia, estaban enfermos sin saberlo.
Dejaban de quererse de tal modo, que no se cuidaban, no se preocupaban de las cosas que eran dañinas para ellos, las ingerían y consumían sin miramientos, y eso les hacía infelices.
Al no quererse, los animales humanos afectados también dejaron de querer todo aquello que les rodeaba. Producían mucha basura, y ensuciaban la tierra y los mares, sin importarles nada.

Como consecuencia el resto de animales que vivían en la tierra empezaron a verse afectados por todo lo que este virus había creado en los animales humanos.
La tierra empezó a contaminarse, y los mares comenzaron a llenarse de plástico y otros residuos.
Muchos animales perecieron, especies enteras se extinguieron, pero a los animales humanos afectados no les importó. Seguían sin ser conscientes de que estaban enfermos, no se querían ni querían lo que les rodeaba.

En el mar, muchos animales morían por la contaminación de los residuos, por comer plástico que confundían con comida, o simplemente por quedarse atrapados entre la basura.
Las ballenas, mamíferos al igual que los animales humanos, comían plástico confundiéndolo con comida, lo cual las mataba irremediablemente.

Una pequeña ballena, observó un día a una ballena adulta comer una bolsa de plástico junto con un neumático desinflado. Ella, que era más pequeña y muy observadora, se dio cuenta rápidamente que eso no era comida. Pero la ballena adulta lo había tragado ya, no había manera de poder salvarla, tarde o temprano, moriría.
Pensó a lo lardo de mil leguas que podía hacer, o que podía inventar, para evitar que sus congéneres comieran residuos.
Era una ballena muy creativa, pero estaba tan deprimida por ver como morían sus amigas ballenas que no conseguía dar con una fórmula para resolver el problema.
Justo en el momento en el que se iba a dar por vencida, suspiró con desánimo, y unas burbujas enormes salieron de su boca, rodeando parte de su cara… Burbujas? Entre las burbujas sí pasa el Krill, pero los residuos de gran tamaño no, pensó.
Entonces loca de entusiasmo y contenta por haber encontrado la solución al problema, volvió a suspirar con ganas, tantas veces como hizo falta para rodearse de burbujas, creando un círculo que la protegía de los plásticos y residuos de gran tamaño. Estos rebotaban en las burbujas y no podían acercarse a la ballena.


Se lo contó a todas sus amigas, y se fue transmitiendo a todos los animales marinos que fue posible.

Sabía que era una solución temporal, estaba convencida de que los animales humanos darían con el remedio de su enfermedad, y comenzarían a quererse como antaño, cuidando y queriendo a su vez la tierra, los mares y al resto de animales. Aún creía en ellos y en su enorme poder de cambio a través de la conciencia.


Serigrafía artesanal sobre textil.


Texto: Animal Culture ( J.Martínez-Alcocer )
Fotografía: Animal Culture ( Eduardo Acebedo y J.Martínez-Alcocer )


Los diseños y textos de esta página son creaciones de Jesika Martínez-Alcocer y tiene derechos de autor.
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